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sábado, 25 de octubre de 2014

“Michael Jackson: En Busca de Neverland” por Gloria Rhoads Berlin (Capítulo 3°) / "Michael Jackson: In Search of Neverland" by Gloria Rhoads Berlin (Chapter 3 °)



CAPITULO 3°

Un trozo de paraíso

Así que Michael y yo fuimos en busca de su perfecto rancho. Solíamos curiosear por nuestra cuenta y buscar ranchos que estuvieran disponibles.
Michael Jackson, Miko Brando y yo condujimos hasta Santa Bárbara, a unas 80 millas de Encino. Bill Bray también venía con nosotros por seguridad. Michael y Miko habían ido juntos a la Escuela Cal Prep. Y eran compañeros desde jóvenes, Miko era el más cercano y querido amigo de Michael. Íbamos solo los cuatro, con Miko conduciendo parte del camino. (A Michael le gustaba conducir su propio Mercedes Benz cuando podía, así que él también conducía parte del camino.)
Pasamos por un pasto, estaba lleno de pequeños terneros, era una vaquería y todos los terneritos estaban alimentándose de las ubres de sus madres. Michael estaba tan emocionado! Gritaba de alegría, feliz y riéndose. Le encantaba ver cómo se alimentaban los animales. Nos paramos y nos acercamos a la valla a mirarlos. El granjero vino a preguntarnos, “¿Qué están haciendo aquí?”
“Bueno, estamos mirando a los terneros alimentarse.” Repliqué. “¿Está bien? ¿Algún problema?”
“No, para nada, solo era curiosidad. Nadie para nunca aquí.” El granjero era amigable y parecía que no se daba cuenta de que estaba hablando con Michael Jackson. Así que Michael empezó a hacerle un montón de preguntas sobre el periodo de gestación de un ternero. ¿Cuánto tiempo dura? ¿Cuánto tiempo está una madre alimentando a su ternero? Michael realmente tenía la mentalidad de un granjero! Estaba interesado en la cría de animales. Preguntó toda clase de cuestiones sobre la crianza. Había dos grandes negros toros sementales allí. La granja tenía cientos de terneros engendrados por ellos. Michael estaba fascinado por todo y se enredó en una discusión sobre cómo montar una granja y cómo se pasteurizaba la leche.
Quiero que sepan que, en realidad, Michael fue enseñado allí en aquel momento por el granjero a ordeñar una vaca Holstein: apuntando las dos ubres hacia un cubo!
Fue emocionante verle ordeñando la vaca. Ellos intentaron enseñarme a mí, y a Miko y a Bill Bray también, pero Michael era el mejor. Finalmente se las arregló para llenar el cubo hasta el borde y le encantó hacerlo.
Bill Bray trató de llevarnos de vuelta a la carretera. Con un rápido disparo, Michael lanzó un chorro de leche justo a la cara de Bill. El pobre Bill se limpió la cara con un pañuelo mientras el granjero se reía a carcajadas y Michael gritaba de felicidad. Anunció que se iba a mudar y a convertirse en granjero.
Fue realmente divertido que el granjero nunca supiera que Michael era famoso. Él no estaba en sintonía con el mundo del espectáculo, solo con los pastos y las vacas. Michael sacó partido de ello y disfrutó de su anonimato. El granjero preguntó de dónde éramos y le dijimos que de Encino, en el valle de San Fernando. Él no conectó a Michael con el Rey del Pop del mundo de la música.
Este fue uno de los primeros de un número de viajes que Michael y yo hicimos. Era primavera, llegaba junio mientras mirábamos esas preciosas granjas, con prístinos cielos azules llenos de blancas nubes de algodón.
Michael y yo miramos fácilmente una docena de sitios porque él disfrutaba comparando precios. Estaba más o menos haciéndose una idea de cuánto podía costar un rancho. Miramos rancho tras rancho, hasta que, a pesar de todos los factores en contra, descubrimos un paraíso secreto.
Cada vez que Michael Jackson se encontraba conmigo, siempre me abrazaba y me trataba como a su propia madre, Katherine. Michael era una persona muy amigable y dulce y estaba muy entusiasmado por que estuviéramos buscando este lugar ideal con el que había estado soñando durante años. En alguna ocasión fuimos solos a buscar ranchos, en otras ocasiones venía Miko Brando con nosotros, pero el resto del tiempo éramos solo nosotros, con Bill Bray conduciendo.
Alguna gente reconocía a Michael y querían inmediatamente un autógrafo. Michael normalmente se lo daba a menos que llegáramos tarde a alguna cita con alguna propiedad.
Un día paramos en un lugar que vendía gasolina, comida y chucherías, la chica que estaba detrás del mostrador, una guapa rubia de ojos azules, le miró fijamente y dijo, “¿Eres Michael Jackson?” “Sí”, replicó.
Ella dijo, “Oh, quiero un autógrafo tuyo, por favor.” Ella le dio un trozo de papel y le dijo, “Firma para mí y mi hijo.”
Así que Michael firmó para ella. “¿Cuál es el nombre de tu hijo?” preguntó.
“Mi hijo se llama Darryl”, contestó
“¿Qué edad tiene?” preguntó Michael
Michael comenzó a hablar con ella sobre el pequeño, quién cuidaba de él mientras ella trabajaba, detalles como ese. Era muy amable.
Una cosa en la que era muy estricto donde quiera que íbamos, cuando la gente era amable con nosotros, y abrían las puertas de sus casas para darnos un vaso de agua o algo que comer, siempre decíamos “gracias.” Su cortesía era siempre evidente. En uno de los ranchos en que paramos, había una enorme parra entre la parte delantera y trasera de la casa. Cuando Michael y yo pedimos permiso para coger algunas uvas, nos lo dieron encantados.
No se pueden ver muchos ranchos en un día porque hay una muy larga distancia entre unos y otros. Pasas por millas de paisaje vacío, solo árboles y montañas por toda compañía. Pasamos por un lago llamado Lago Cachuma, un lago muy plácido. Michael tenía tendencia a parar en cualquier lugar y mirar todo lo que le llamaba la atención. Paramos allí a echar un vistazo. El Lago Cachuma le interesó realmente y Michael quiso saber más acerca de él. Como siempre, tenía un montón de preguntas: ¿Había peces en el lago? ¿Iba la gente a pescar allí? ¿Qué clase de peces había? El era siempre curioso.
Vimos una serie de ranchos: Vió el rancho donde vivieron Ronald Y Nancy Reagan. Vió el rancho que el maravilloso cantante Johnny Mathis compró. Michael visitó el rancho de la famosa estrella del tenis Rod Laver, que tenía una casa estilo Tudor inglés con 200 acres de terreno, pero no le gustó porque estaba situada en medio de otros ranchos.
A Michael no le gustaron muchos ranchos de los que vió incluso aunque fueran estupendos. Un rancho que perteneció a la actriz Jane Seymour incluso tenía un lago lleno de cisnes y patos. Su marido abrió el rancho para nosotros, a pesar de que Jane estaba en Londres en ese momento.
Miko Brando tenía un amigo que era dueño de una isla, en las Islas Fidji, donde cultivaba perlas negras. El amigo, que era conocido como El Rey de la Perla Negra, tenía un rancho en venta en el condado de Santa Bárbara. El rancho era precioso, pero de lo más inconveniente.

Michael vió y rechazó la propiedad que Oprah Winfrey finalmente compró. Otro socio le enseñó uno de los ranchos que pertenecían a un amigo suyo y que estaba en la cima de una montaña con vistas panorámicas al océano. A él no le importaba ver el océano o la playa.
Estos eran los parámetros. El rancho que él quería debía tener alrededor de unos 200 acres, un lugar amplio para una granja, para criar animales, y un lugar muy privado, sin vecinos. Michael quería privacidad y prefería la idea de estar cerca de un bosque, en un lugar oculto alejado de la carretera.
Por esa razón no quería estar cerca del océano. No existe privacidad en un rancho frente al océano o tras una carretera frente al océano. Cuando la gente va a la playa, pasan por delante de tu rancho, y si estás cerca de una autopista, hay mucho ruido por el tráfico. De esas cosas trataba de alejarse Michael: Tráfico, ruido y contaminación. Quería un santuario.
Y, para ser honesta, de entre todos los que buscamos, no había rancho que pudiera jamás compararse al que Michael finalmente compró.

CARTA DE WILL BERLIN

Mis padres me había regalado un genial Alfa Romeo Fiat convertible para mi 16 cumpleaños. Un soleado día iba conduciendo por Ventura Boulevard con la capota bajada cuando me dí cuenta de que un Rolls Royce, que iba también por la vía rápida, venía en dirección contraria.
Cuando el Rolls Royce se me acercó, pude ver a un hombre con un sombrero tipo safari, así como el resto de la ropa, o al menos una camisa tipo safari también. Era Michael. Parecía muy contento al volante del Rolls Royce, y también con su traje. Le miré fijamente todo el tiempo y pude escuchar que sonaba música en su coche.
El vistazo me dejó sin aliento, y pensé, “Guau! Michael es un fenómeno!” Creo que en ese momento de su vida, se estaba permitiendo gastar dinero en cosas que quería experimentar en la vida y que solo el dinero puede comprar, como el Rolls Royce que conducía.


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