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sábado, 29 de noviembre de 2014

“Michael Jackson: En busca de Neverland” por Gloria Rhoads Berlin. (Capítulo°6) / "Michael Jackson: In Search of Neverland" by Gloria Rhoads Berlin. (Chapter # 6)



Pido disculpas, ya que el anterior sábado no subí el siguiente capítulo más del libro “Michael Jackson: En busca de Neverland” por cuestiones de tiempo. Espero que retomes la lectura :)


CAPÍTULO 6º



Hagamos un trato


El viaje de vuelta a casa nos dio una buena oportunidad de hablar. Le dije a Michael que quería saber qué tenía en su mente. Él contestó, “Hagamos un trato. Compremos este rancho a mi nombre enseguida. Quiero comprarlo, y quiero que me ayudes, Gloria. Sólo tengo once millones de dólares para pagar. No tengo los fondos suficientes para pagarle al contado. ¿Cuál crees que sería un buen precio para este rancho?”

Mi investigación me había dicho que Sycamore Valley Ranch, con 2.700 acres, era el rancho más caro de todos los Estados Unidos; estaba también exageradamente sobrevalorado, pero, no obstante, el potencial comprador podría hacer una contraoferta a los 35 millones de dólares que pedía Bill Bone. Y yo sabía que ésta sería una transacción difícil, no solo porque Michael salía a la primera parte del Bad World Tour, su primera gira en solitario, sino también porque los que rodeaban a Michael no querían que comprara ese rancho.

Ellos tenían otros ranchos en mente, otras propiedades que tenían sus amigos o parientes. Estaban ansiosos por venderle lo que ellos pensaban que podría beneficiarles a ellos, mejor que lo que podría beneficiar a Michael. (También estaban interesados en conseguir la comisión de esta venta; que sería conocida como la venta inmobiliaria del siglo.) Y yo estaba enterada de que Michael Jackson había trabajado con varios agentes en los años anteriores y nunca había encontrado lo que quería.

Le dije, “Ahora mismo, creo que, en un consenso de opinión sobre precios de ranchos por todos los Estados Unidos, 17 millones de dólares serían probablemente un buen precio. Sería una ganga si podemos conseguirlo a ese precio, considerando todas las casas y demás construcciones. Todas son construcciones nuevas diseñadas por Bill. Los 1300m2 de la casa principal, los 930.000m2 de espacio alrededor de la casa, las otras cinco casas de la propiedad, los establos, cuadras, oficinas, garaje para diez coches. Todo eso es muy valioso. La casa misma está amueblada con arte y mobiliario por valor de tres millones y medio de dólares, y el rancho entero está completamente equipado. Realmente estás consiguiendo una ganga si puedes obtenerlo por 17 millones de dólares. Además, estás consiguiendo el rancho como una compra cerrada. No tienes más que trasladarte al rancho con tu propio personal, o contratar el de Bone.”

El siguiente paso era que teníamos que hacer una oferta. Pero, incluso antes de que presentáramos la primera oferta de Michael, teníamos que obtener la cooperación de su entorno de asesores. Poco después de haber enseñado a Michael el rancho del Valle del Sicomoro, su abogado John Branca sugirió (sin consultarlo conmigo) que Michael hiciera una oferta de 10 millones de dólares. De hecho, quería hacerla incluso más baja, 9 millones de dólares.

Cuando escuché aquello, le avisé, “Michael, sabes, vas a ofender al propietario y va a ser difícil influir en él si nos ponemos en contra. Sería como darle una bofetada en la cara. Esto no es una venta forzosa o la extinción de una hipoteca. Cuando eres muy rico, como Bill Bone, no vas a aceptarlo. Ese hombre es muy rico y conocido como el constructor de la década. Ni siquiera tiene que vender el rancho si no quiere. Ellos no tienen por qué aceptar.”

Después de hablar con Michael sobre la oferta, me autorizó a hacer una por 13 millones de dólares y un cheque en efectivo de 200,000 dólares. A pesar de que Michael había autorizado una cantidad para ofrecer, tenía que ser estudiada por John Branca, Frank Dileo y Marshall Gelfand para su aprobación e inversión. Sus asesores seguían interfiriendo, diciendo que debería ofrecerse menos dinero, que no deberíamos hacer una oferta de esa magnitud. Me parecía que estaban tratando de prevenir a Michael de conseguir lo que quería.

John Branca finalmente capituló e hizo una oferta en nombre de Michael, como su abogado. La oferta debía hacerse en nombre de John Branca y no de Michael Jackson, con la intención de acelerar la venta, y de proteger la transacción del escrutinio de los medios. (Más tarde, fue puesta en una sociedad bajo el nombre de Michael Jackson, pero el nombre de John Branca fue usado en los documentos originales de adquisición; el hecho de que la oferta fuera hecha a nombre de John Branca acabó complicando la transacción.) Branca realmente hubiera preferido que yo no fuera parte en la transacción, pero siendo agente inmobiliaria y representante de Michael, la oferta tenía que ser presentada por mí.
También habíamos escuchado de la secretaria del Sr. Bone, GiGi De Long, que inversores japoneses habían estado inspeccionando el rancho y estaban interesados en comprarlo. Esto ciertamente puso una presión adicional sobre nosotros para conseguir que el dueño aceptara nuestra oferta.

Para hacer llegar la oferta a Bill Bone, Bill Bray y yo tuvimos que volar hasta Denver con un cheque de $ 200.000y la oferta. El Sr. Bone estaba esquiando en Aspen y no quería volver a Palm Desert.

Encontramos a Bill en el Pilot Lounge y le presentamos la oferta. Él la miró y se sintió absolutamente devastado. Sus ojos se llenaron de lágrimas y empezó a llorar. Dijo, “No me puedo creer que me hagan esto. Esta oferta es totalmente inaceptable. Ni siquiera voy a discutirla, no hay nada de qué hablar. No me voy a tomar la molestia de contestar.” Acabó diciéndome que si yo hubiera sido un hombre, me habría dado un puñetazo.

Bill Bray nos miraba con la boca abierta alternativamente a Bill Bone y a mí. No se ofreció a protegerme y parecía que hubiera preferido estar en cualquier otra parte mejor que ser testigo de esa conversación.

Yo no sabía qué hacer. Dije, “Bill, este es solo el comienzo del proceso para conseguir el precio que tú quieres por tu rancho. Por favor perdóname, pero a las celebridades les gusta conseguir una ganga tanto como a cualquier otra persona.”

Bill contestó, “He tratado con celebridades. Todas quieren algo por nada. No me impresionan.”

Le pedí al Sr. Bone que hiciera una contraoferta pero rehusó. No tuvimos otra elección que volver a Los Ángeles. Advertí a John Branca de lo que había sucedido y me dijo que sus manos estaban atadas y que todo dependía de Michael.

Afortunadamente, Michael me llamó desde el tour y me dijo, “¿Qué vamos a hacer ahora?”
Le dije que tenía que elevar la oferta y que teníamos conscientes de que los inversores japoneses estaban también interesados en hacer una oferta.

Michael dijo, “Él no puede venderles el rancho a ellos.”

Pero, de nuevo, delegó en John Branca, quien dejó a un lado el hecho de que los inversores japoneses estaban interesados y autorizó una nueva oferta de sólo un millón más.

Una oferta de 14 millones de dólares fue hecha el 20 de Julio de 1987. Esta oferta también fue inaceptable y otro insulto para Bill Bone cuya cara se volvió roja de ira. Yo protesté fuertemente diciendo que esas ofertas eran ridículas y por eso el Sr. Branca autorizó una tercera oferta el 4 de Septiembre por valor de $14,250,000.

En ese momento yo ya desesperaba de que la transacción fuera a finalizar alguna vez. La secretaria de Bill Bone me dijo que él había perdido totalmente la fe en mí para manejar esta enorme venta y conseguir la oferta apropiada para su magnífico rancho. Mi respuesta fue recordarle a ella que yo podía presentar legalmente todas las ofertas sin tener en cuenta lo altas que pudieran ser. Secretamente, comprendía su frustración, tanto como la de mi cliente, Michael Jackson.

Michael estaba viajando por la gira y llamándome constantemente a todas horas del día y de la noche para asegurarse de que no había perdido el rancho en manos de nadie y para recibir respuesta de lo que habían respondido a la última oferta hecha. Él quería enterarse minuto a minuto detalladamente por mí, estaba claro que quería comprar ese rancho. Estaba preocupado temiendo que los japoneses pudieran comprárselo a Bill Bone.

Por imposible que parezca, este proceso continuó unos pocos meses más. Después de que una oferta fuera recibida y rehusada, yo discutía la situación con el Sr. Branca y finalmente se autorizaba otra que podía ser $250,000 superior a la anterior. Fue una parodia que continuó avergonzando a Bill Bone, GiGi De Long y a mí misma.

Las negociaciones con Bill Bone no iban bien pues él seguía manteniendo el precio por encima del valor del mercado. Estaba furioso porque las ofertas fueran tan bajas que ni siquiera se tomaba la molestia de estudiarlas.

Yo intercedí ante él en nombre de Michael y en el mío propio. “Puesto que no ha conseguido lograr acercarse a su propio precio con nadie,” le dije a Bill Bone, “¿Por qué no acepta ya la oferta de Michael?”

Bill Bone de nuevo sostenía que prefería dividir en partes la propiedad en pequeños ranchos, en parcelas de cinco acres, y de esa manera obtener los treinta y cinco millones de dólares.

Yo sabía que no podía hacerlo, así que respondí, “Usted no puede hacer eso porque el Acta Williamson no se lo permite.” (El Acta Wiliamson era firme, una ley especial para prevenir que grandes propiedades de tierra fueran subdivididas, de modo que ranchos dedicados a la agricultura no fueran paridos en parcelas de cinco acres.) Bill Bone asumía que yo conocía la ley de la propiedad inmobiliaria. Pero mi marido y yo fuimos dueños de una compañía de urbanización de terrenos, y nuestro negocio consistía en subdividirlos en parcelas de cinco y diez acres para venderlos a inversores de Japón, China y Hawaii. A causa del Acta Williamson, dejamos de vender tierras en pequeñas parcelas.

Finalmente, el 18 de Diciembre de 1987, hicimos una oferta por 17 millones de dólares por el rancho y resultó ser un éxito. El Sr. Branca, quien siempre concluía todos los contratos para Michael Jackson, comenzó la tarea de redactar todos los documentos y finalizar todas las negociaciones para final de Diciembre de 1987. El contrato de compraventa fue firmado el 28 de Febrero de 1988. 

El Rancho del Valle del Sicomoro se convirtió en Neverland.

Michael Jackson y el matrimonio; Christy Bone y Bill Bone en Sycamore Valley Ranch. Foto del día en que se llegó a concretar la compra de la finca que después sería Neverland.

CARTA DE WILL BERLIN


Nunca olvidaré una de las primeras llamadas que Michael hizo a nuestra oficina un día de 1987, cuando yo estaba allí dirigiéndola. Contesté el teléfono, “Hola, Berlin Financial, ¿puedo ayudarle?”

Una muy profunda voz, sonando casi como un robot electrónico pero suficientemente real para parecer humana se escuchó al otro lado y preguntó, “¿Está Gloria ahí?”

Yo contesté después de un momento de pausa, puesto que nunca había escuchado una voz como esa en mi vida. Le dije a la persona, “No Gloria no está aquí. Está fuera, trabajando en el campo hoy.”

La voz profunda dijo, “¿Estará más tarde esta noche? Necesito hablar con ella.”

“Sí, estará de vuelta a las cinco o las seis para la cena, contesté, después pregunté, “¿Por qué? ¿Quién es usted?”

De repente, escuché un click en la línea, después una risa y al mismo momento una aguda voz que decía “Es el Sr. Jackson.”

“Michael, ¿cómo has podido cambiar tu voz así?” pregunté.

“Es un aparato electrónico que llevo conmigo,” me dijo. “Así, cuando llamo a gente importante con la que necesito hablar, no tengo que hablar también con todo el mundo que está a su lado.”

“Genial, Michael,” le dije. “Eso debe pasarte a menudo.”

El aparato del que hablaba Michael era tan delgado que cabía en la palma de la mano, pero podía cambiar tu voz a una profunda voz masculina, y, con un click de un botón, podías sonar con la aguda voz de una mujer. Michael usaba este aparato frecuentemente para disfrazar su voz, así, cuando hacía llamadas, podía evitar hablar con los amigos, o socios, o niños que podrían querer hablar con Michael si supieran que estaba al teléfono. Ese aparato hacía la vida de Michael más sencilla, y creo que se sentía muy apegado a él. Se reía cuando llamaba a gente como Elizabeth Taylor, a sus hermanos o amigos y hablaba con ellos con esa voz profunda que podía asustar terriblemente a la persona que contestaba el teléfono.

Michael siempre estaba a la última en tecnología. Él fue una de las primeras personas en tener, a principios de los 80, un teléfono celular, para poder hacer llamadas por todo el mundo desde su limusina. En ese momento era uno de esos modelos como ladrillos, no como los de tamaño de bolsillo que conocemos ahora.